Durante dos días se produjeron multitudinarias manifestaciones en toda España pidiendo su liberación, como nunca jamás se había visto en la reciente historia de este país. La tarde del sábado, 12 de julio, apareció herido de muerte con dos heridas por arma de fuego en la cabeza. Falleció horas después, en la madrugada del 13 de julio.
Hijo de Miguel Blanco, albañil, y de Consuelo Garrido, ama de casa, y con una hermana llamada Mª del Mar, Miguel Ángel fue un joven corriente que se licenció en Ciencias Económicas por la Universidad del País Vasco en Sarriko (Bilbao). Durante un tiempo trabajó como albañil con su padre, hasta que encontró un trabajo más acorde con sus estudios como economista en la consultoría Eman Consulting, en la localidad de Éibar a donde se trasladaba diariamente en ferrocarril, rutina que facilitó su secuestro a los terroristas.
Compaginaba su trabajo con la música y tocaba la batería como aficionado en el conjunto musical llamado "Póker". Era fan del grupo Héroes del Silencio, y era aficionado al deporte.
Entre sus planes estaba realizar una marcha a Madrid para reivindicar la restauración y reapertura del polideportivo de Érmua, que, tras su asesinato, llevaría su nombre.
Aunque estaba soltero, tenía novia desde hacía siete años y proyectaba casarse en septiembre de 1997.
El mismo día del secuestro, una llamada en nombre de la organización terrorista ETA efectuada al diario Egin, había exigido al gobierno del entonces presidente José Mª Aznar, el acercamiento de los presos de ETA al País Vasco como condición indispensable para su liberación, dando 48 horas como ultimátum. El mismo día se convocó una manifestación multitudinaria en Madrid y otras grandes ciudades para manifestar la repulsa al secuestro y pedir su liberación.
Su secuestro y asesinato provocó un sentimiento social de rechazo hacia el terrorismo etarra. Aunque asociaciones como Gesto por la paz de Euskalherría ya habían iniciado el año anterior movilizaciones cívicas contra la violencia, a partir de entonces las organizaciones y las expresiones en contra de la violencia de ETA aumentaron.
Este es uno de los episodios más trágicos de la negra historia de España, de mi país, un día en que España mostró sus manos teñidas de blanco, para combatir la oscuridad, la negrura y la sinrazón de ETA. Nunca olvidaremos a Miguel Ángel, nunca. Descansa en paz.
El Espíritu de Érmua sigue vivo...