El bombardeo de Guernika (Operación Rügen) fue un ataque aéreo realizado sobre esta población vasca en el transcurso de la Guerra Civil española, por parte de la Legión Cóndor de Alemania y la Aviación Legionaria de Italia, que combatían a favor de los sublevados comandados por el General Francisco Franco, y que se saldó con un número de víctimas que osciló entre 120 y 300 personas fallecidas.

Fue el primer bombardeo "en alfombra" con el fin de destruir una ciudad. La repercusión internacional que alcanzó, unida a la utilización propagandística de que fue objeto este bombardeo, hicieron que esta masacre fuera mundialmente conocida y considerada un icono antibélico. Por ello, esta tragedia fue instrumentalizada, mitificada y utilizada por ambos bandos.

En un principio, los sublevados culparon de la destrucción a los republicanos, como sucedió con Irún y Eibar, pero pronto se descubrió la verdad debido a la presencia en la ciudad de Bilbao de numerosos periodistas ingleses de reconocido prestigio como George Steer (The Times), que no dudaron en revelar la verdad al mundo, recogiendo pruebas en el lugar de los hechos como fotografiar las bombas que no habían estallado y que portaban el año de su fabricación y la marca del fabricante alemán.

No fue el primer bombardeo llevado a cabo por los aliados de los nacionalistas. Un mes antes ya fue masacrada la localidad de Durango durante 20 largos minutos causando unos 180 muertos. Tampoco fue la primera vez que la población civil fue atacada, ya que en el mes de febrero, la misma Legión Cóndor había ametrallado una columna de refugiados en la carretera entre Málaga y Almería causando cientos de víctimas.

En 1997, el entonces presidente de Alemania, Roman Herzog, en una carta leída a los supervivientes del bombardeo por el embajador alemán en España, pidió públicamente perdón por la manifiesta autoría alemana del bombardeo.

Al parecer, el objetivo del bombardeo era atemorizar a la población civil y desmoralizar al bando republicano, pues Guernika constituía un centro clave para sus comunicaciones. El mando nacional quedó sorprendido ante la gravedad de la destrucción, y consideró que no podía deberse, en exclusiva, al ataque de la aviación. La realidad es que la mayor parte del daño causado no fue por el efecto directo de las bombas, sino por los incendios provocados por ellas. Franco supo a los pocos días que los aviones italianos y alemanes eran los responsables del desastre, pero no quiso reconocerlo públicamente para no ofender a los alemanes, aliados indispensables para ganar la guerra.