20 de Noviembre de 1945. INICIO DEL JUICIO PRINCIPAL DE NÚREMBERG  

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Los Juicios de Núremberg o, también, Procesos de Núremberg fueron un conjunto de procesos jurisdiccionales emprendidos por iniciativa de las naciones aliadas vencedoras al final de la Segunda Guerra Mundial, en los que se determinaron y sancionaron las responsabilidades de dirigentes, funcionarios y colaboradores del régimen nacionalsocialista de Adolf Hitler en los diferentes crímenes y abusos cometidos en nombre del III Reich alemán a partir del 1 de septiembre de 1939.

Desarrollados en la ciudad alemana de Núremberg entre 1945 y 1946, el proceso que obtuvo mayor repercusión en la opinión pública mundial fue el conocido como Juicio principal de Núremberg o Juicio de Núremberg, dirigido a partir del 20 de noviembre de 1945 por el Tribunal Militar Internacional (TMI) (cuyo sustento era la Carta de Londres), en contra de 24 de los principales dirigentes supervivientes del gobierno nazi capturados, y de varias de sus principales organizaciones.
Otros doce procesos posteriores fueron conducidos por el Tribunal Militar de los Estados Unidos, entre los cuales se encuentran los llamados Juicio de los doctores y Juicio de los jueces.
La tipificación de los crímenes y abusos realizada por los tribunales y los fundamentos de su constitución, representaron un avance jurídico que sería aprovechado posteriormente por las Naciones Unidas para el desarrollo de una jurisprudencia específica internacional en materia de guerra de agresión, crímenes de guerra y crímenes en contra de la humanidad, así como para la constitución, a partir de 1998, del Tribunal Penal Internacional permanente.

Aunque la legitimidad del Tribunal estuvo en entredicho desde el primer momento -al no existir precedentes similares en toda la historia del enjuiciamiento universal-, los trabajos realizados para la tipificación de los delitos (también hasta entonces insólitos en su magnitud) y los procedimientos para el desarrollo de la causa servirían en adelante para la constitución de la justicia internacional.
De este modo, se concretaron conceptos sobre delitos anteriormente ausentes o vagamente definidos, como el de crimen contra la humanidad, evocado en la Convención de La Haya de 1907. También resultó modificado el enfoque tradicional de las reglas del derecho internacional que se centraban en las relaciones entre Estados, pero no en los derechos y deberes de las personas. Desde entonces, los delitos cometidos por individuos de una nación a lo largo y ancho de varios países podrían ser juzgados internacionalmente por el conjunto de los países afectados, como fue precisamente en la formación del Tribunal de Núremberg.


Cuatro fueron los delitos imputados a los acusados:
Crímenes de guerra, la existencia de asesinatos, torturas y violaciones, hechos contrarios a las Leyes de la Guerra.
Crímenes contra la humanidad, cuando se enfrentaba el exterminio y la muerte en masa.
Genocidio, cuando se daba muerte a todo un grupo étnico determinado.
Guerra de agresión, sobre la base de una premeditación para alterar la paz y entendida como el proceso para atentar contra la seguridad interior de un Estado soberano.

De 4.850 peticiones de procesamientos individuales, fueron acusadas 611 personas. A los grupos se les catalogó entre organizaciones no criminales, donde se encontraba la estructura del Estado (Gobierno y Ejército) y las criminales, que fueron todas aquellas estructuras paralelas del poder nazi como la Gestapo, la SS y el Partido Nazi. Los más destacados fueron: Karl Dönitz, gran almirante de la Flota Alemana y sucesor de Adolf Hitler tras su suicidio; Rudolf Hess, Capitán General y jefe del partido, huido a Gran Bretaña y capturado en 1941; Hermann Goering, Comandante de la Luftwaffe y presidente del Reichstag; Alfred Jodl, jefe del Estado Mayor de la Wehrmacht; Wilhelm Keitel, jefe del Alto Mando de Wehrmacht; Alfred Rosenberg, ideólogo del Partido Nazi; Joachim von Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores; Albert Speer, arquitecto y ministro de Armamentos; Franz von Papen, embajador nazi en Austria y Turquía.
Entre quienes habían muerto y huido antes de ser juzgados se encontraban: Adolf Hitler, Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda que se suicidó al igual que Heinrich Himmler, jefe de las SS e ideólogo del exterminio judío, y los huidos Adolf Eichmann, alto dirigente del Partido Nazi encargado de la logística del exterminio, y Martin Bormann, secretario personal de Hitler desde 1942.

El Tribunal estuvo compuesto por un juez titular de cada uno de los países y su respectivo suplente. Estos fueron:
Geoffrey Lawrence (Titular Reino Unido)
Norman Birkett (Suplente Reino Unido)
Francis Biddle (Titular Estados Unidos)
John J. Parker (Suplente Estados Unidos)
Henri Donnedieu de Vabres (Titular Francia)
Robert Falco (Suplente Francia)
Iona Nikitchenko (Titular Unión Soviética)
Alexander Volchkov (Suplente Unión Soviética)
El fiscal jefe de la Corte fue el juez norteamericano Robert H. Jackson, con la ayuda de los fiscales Hartley Shawcross, del Reino Unido; el General Roman Rudenko, por la URSS; y François de Menthon y Auguste Cahmpetier, de Francia.


Durante el juicio principal la Fiscalía del Tribunal presentó acusación en contra de 24 líderes nazis. De todo ellos sólo Albert Speer, Hans Frank y Baldur von Schirach expresaron su remordimiento por los crímenes cometidos. En resumen el tribunal dictó 11 condenas a muerte, 3 condenas a presidio perpetuo, 2 a veinte años, y una a 15 y otra a 10 años. El dueño de las fábricas Krupp fue declarado incapaz de soportar un juicio. Hans Fritzsche, Franz von Papen y Hjalmar Schacht fueron absueltos de sus cargos.

Los condenados a muerte fueron ejecutados el 16 de octubre de 1946, por vía de ahorcamiento. Hermann Göring se suicidó en la víspera con una cápsula de cianuro, y Robert Ley el 25 de octubre de 1945, antes del veredicto. Después de su ahorcamiento, los restos fueron incinerados y las cenizas desperdigadas en el río Isar.
Martin Bormann fue juzgado y condenado en ausencia, pese a que con posterioridad se supo que murió durante la caída de Berlín, el 2 de mayo de 1945.
Los condenados a cadena perpetua cumplieron su pena en la Prisión de Spandau, hasta la muerte del último de ellos, Rudolf Hess, en 1987. De todos los condenados a penas de cárcel, sólo cuatro las cumplieron a cabalidad, ya que Neurath (en 1954), Raeder (en 1955) y Funk (en 1957) fueron liberados. Durante más de 20 años el único ocupante fue Hess, después de la liberación de Speer en 1966.

El conjunto de procedimientos llevados a cabo tanto en Núremberg como en Tokio, significaron el establecimiento de reglas básicas de persecución de criminales de guerra y la determinación de tales delitos.
Dentro de estos efectos, sirve destacar que el Tribunal fijó las bases de lo que sería llamado erróneamente los Principios de Núremberg, hoy recogido en varios aspectos en los Tribunales Internacionales para la ex Yugoslavia y Ruanda.
El principal legado de estos Tribunales Internacionales (Tokio y Núremberg) es la Corte Penal Internacional, establecida en Roma en 1998 y que cuenta como base fundante de sus reglas de procedimiento los Estatutos de los Tribunales de Núremberg, Tokio, ex Yugoslavia y Ruanda.
Fue de vital importancia, también, al redactarse:
La Convención contra el Genocidio de 1948.
Declaración Universal de Derechos Humanos 1948.
Convenciones de Ginebra de 1949 y sus protocolos de 1977.


7 de Noviembre de 1917. ASALTO AL PALACIO DE SAN PETERSBURGO. EMPIEZA LA REVOLUCIÓN RUSA  

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La Revolución Rusa de 1917 fue un movimiento político y social que culminó con la expulsión del Gobierno Provisional que había reemplazado al sistema zarista, lo que llevó finalmente al establecimiento de la Unión Soviética, la cual perduraría hasta su caída en 1991.

La gran Revolución de 1917 se dividió en dos grandes fases: la caída del régimen zarista (Revolución de Febrero), y la creación del primer estado comunista del mundo (Revolución de Octubre). Políticamente el pueblo ruso odiaba la dictadura del zar Nicolás II. Las bajas que los rusos sufrieron durante la Primera Guerra Mundial debilitaron aún más la imagen de Nicolás.
Socialmente, el régimen despótico del zar había estado oprimiendo al campesinado durante siglos. Esto provocó tensiones dentro de la clase baja rural que desembocó en numerosos altercados. Económicamente, la inflación y el hambre por toda Rusia, constituyeron factores también importantes para el estallido de la revolución.
Todas estas causas, junto con el liderazgo de Vladimir Illich Ulianov (Lenin) y León Trostky, hicieron que la revolución tuviera lugar.

Causas Económicas
Se atribuyen en gran medida a la mala gestión del zar, sumada a la I Guerra Mundial. Más de quince millones de hombres se unieron al ejército, lo cual dejó un número insuficiente de trabajadores en fábricas y granjas. El resultado fue una escasez generalizada de alimentos y materias primas, con lo cual los obreros tuvieron que soportar duras condiciones de trabajo y jornadas laborales de hasta doce y catorce horas, además de bajos salarios. Se desencadenaron cuantiosas revueltas y huelgas reivindicando mejores condiciones y aumento de salarios.
El fracaso del zar Nicolás en solucionar estos problemas, el hambre que se sufría en las grandes ciudades y la promesa del comunismo por aplacarlos, constituyeron el núcleo de la revolución.


Causas Sociales
Tienen su orígen en siglos de opresión del régimen zarista sobre las clases bajas, además de los desmanes del zar en la I Guerra Mundial. El vasallaje, asociado por lo común con la Edad Media, describe la situación social de la Rusia de Nicolás: una pequeña clase de nobles terratenientes controlaban una gran cantidad de siervos (el 85% del pueblo ruso formaban parte del campesinado, oprimido por las clases altas y el propio régimen). En 1861, el zar Alejandro II había emancipado a estos campesinos, que, sin embargo, no tenían tierras que cultivar. El gobierno les cedió pequeñas parcelas, que resultaron ser insuficientes, lo que provocó grandes sublevaciones. La guerra aumentó el caos, e hizo que muchos campesinos emigraran a las ciudades para trabajar en las fábricas que se habían quedado sin obreros. Mientras, la cantidad de alimentos requerida por el ejército era cada vez mayor, desabasteciendo a las ciudades.

Causas Políticas
Son el resultado de la combinación de las causas económicas y sociales.
Desde 1904 los trabajadores de la clase baja de Rusia sufrieron una pésima situación económica.
Muchos trabajaban más de once horas al día. Las condiciones de seguridad y sanidad en el trabajo eran espantosas y los salarios bajaban cada vez más. Se produjeron numerosas huelgas y protestas, ignoradas por Nicolás y algunas reprimidas de forma violenta y letal (Domingo Sangriento).
El intento fracasado de conquistar Manchuria también resultó muy impopular entre los ciudadanos y la clase intelectual, educada en occidente, rechazaba también la autocracia zarista.
La situación se tornó crítica cuando en 1915 Nicolás decidió asumir el control directo del ejército, supervisando el frente de guerra y dejando a su incapaz esposa, Alejandra, a cargo del gobierno.
El descontento y el odio hacia Nicolás crecía, con lo que la Duma, la cámara baja del Parlamento ruso formada por terratenientes, industriales y campesinos, emitió una advertencia al zar en Noviembre de 1916, declarando que se avecinaba el desastre sobre la nación si no se ponían en marcha reformas constitucionales. Nicolás hizo caso omiso.
Varios meses después el régimen colapsó durante la Revolución de Febrero y un año después, el zar y su familia fueron ejecutados.














REVOLUCIÓN DE FEBRERO
Sobrevino espontáneamente, cuando el pueblo de Petrogrado (después Leningrado y en la actualidad San Petersburgo), inició una protesta contra el régimen zarista por la escasez de comida en la ciudad.
Existía también un gran descontento por la involucración de Rusia en la I Guerra Mundial. A medida que las protestas crecían, muchos políticos reformistas (tanto liberales como de extrema izquierda), empezaron a coordinar sus actividades.
A principios de febrero las protestas se tornaron violentas en cuanto los ciudadanos se sublevaron, enfrentándose a la policía y a los soldados. Cuando el grueso de los efectivos destacados en la ciudad se unieron a la sublevación, ésta se convirtió en una verdadera revolución, obligando al zar a abdicar.
Se constituyó un Gobierno Provisional, también llamado Duma, a la vez que se planeó la convocatoria de elecciones. Entre febrero y octubre los revolucionarios intentaron cambios más radicales. En julio, los bolcheviques de Petrogrado, en colaboración con los anarquistas, promovieron una rebelión civil que fracasó.

REVOLUCIÓN DE OCTUBRE

Fue liderada por Trotsky y Lenin, basada en las ideas de Karl Marx, y marcó el inicio de la expansión del comunismo en el siglo XX.
Fue mucho menos espontánea que la de febrero, pues fue el resultado de planes deliberados y actividades coordinadas de principio a fin. La logística y la financiación aportadas por la inteligencia alemanas, a través de su agente clave, Alexander Parvus, fueron piezas fundamentales.

El 7 de Noviembre de 1917, los líderes bolcheviques, Lenin y Trostky, lideraron a los revolucionarios de izquierda en una revuelta contra el ineficaz Gobierno Provisional (Rusia aún utilizaba el calendario juliano, con lo que el 7 de noviembre según nuestro calendario correspondería al 25 de octubre juliano, po lo que algunas fuentes y textos citan esta última fecha), comenzando con el asalto al palacio, símbolo del poder del zar, el equivalente al asalto de La Bastilla para los revolucionarios franceses.
La revolución de octubre culminó la fase empezada en febrero, reemplazando al Gobierno Provisional encabezado por Alexander Kerensky, por el poder organizado y deliberativo de los Soviets obreros, soldados y campesinos, verdaderos organismos de participación política y asamblearia por parte de las clases trabajadoras de la población.


Exponer a los oprimidos la verdad sobre la situación es abrirles el camino de la revolución.
León Trotsky




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